viernes, enero 27, 2012

My Blueberry Nights


Trenes nocturnos atraviesan la ciudad de punta a punta. Norah Jones y Jude Law comen tarta de arándanos con helado en ese bar de New York en el que, cuando tu novio te deja por otra, te guardan las llaves del apartamento en un tarro de cristal para que, cuando el camarero vea a tu ex, pueda devolvérselas y, de paso, mandarle a freír espárragos de tu parte. Mientras tú, después de recibir un beso a hurtadillas del camarero guarda-llaves y que se ha enamorado en secreto de ti, duermes acodada en la barra, aún con restos de tarta en tus labios. Coges el primer autobús a Memphis y buscas dos empleos, uno por la mañana y otro por la noche, para no pensar, para sentirte cansada y exhausta al llegar a tu apartamentucho alquilado y no acordarte de tu amor, que te ha dejado atascada, en stand by, en punto muerto, con el corazón roto y la mirada perdida.

En el bar donde sirves copas a altas horas de la madrugada conoces a un tipo que es poli de día y borracho de noche -David Strathairn- y que colecciona fichas blancas, una por cada vez que ha faltado a su promesa de no beber en las reuniones de alcohólicos anónimos a las que acude, un poco por costumbre, un poco porque se sabe un perdedor. Le das de comer por el día y de beber por la noche. Conoces a su mujer, de la que se acaba de separar, la muy sexy Rachel Weitz, y comprendes el abatimiento del poli, comprendes que perder a una mujer así debe ser un trago duro de pasar. Mientras, escribes postales a tu camarero de NY, el de la tarta de arándanos con helado y los besos furtivos a medianoche. Le cuentas tu vida, tus reflexiones, le hablas de la gente que has conocido. Él te busca, te echa de menos, lee tus postales, sacude la cabeza con una sonrisa cómplice, llama a todos los bares de Memphis para localizarte, pero no lo consigue. Él también tiene su historia triste de amor, también se despedirán de él para siempre, fumando un par de pitillos liados, mientras medita la posibilidad de tirar o no todas esas llaves que guarda, manteniendo a duras penas la esperanza de volver a encontrarse con la cerradura de aquellas puertas a las que un día pertenecieron.

Acabas en un casino, sirviendo copas a jugadores de poker con horribles camisas hawaianas y peinados imposibles. Hay una tahur, la todo-terreno Natalie Portman, una jugadora semi-profesional que lo sabe todo sobre cómo calar a la gente y no confiar en nadie, con muchas ganas de dar lecciones sobre lo que sabe (o cree saber). Te hace un trato. Sabe que ahorras para comprarte un coche; sabe que tienes más de 2.000 pavos; sabe que ella está sin blanca y que la partida de su vida está ahí, esperándola. Te ofrece jugar con tu dinero: si pierde, te quedas con su coche; si gana, te devolverá el dinero con un porcentaje. Pero esta noche tampoco brillarán las estrellas para ella y te encuentras con que eres la nueva flamante dueña de un Jaguar deportivo. Aunque su ex-propietaria te pide un último favor: que la lleves a Las Vegas. El cadaver de su padre será lo primero que veas cuando llegues allí.

Finalmente, se descubre el ardid de la pequeña tahur que no confía en nadie: resulta que sí ganó su partida, resulta que al final sí podras comprarte un coche y regresar a NY. Tu camarero te espera en la puerta de su bar. Ha pasado un año. Te ofrece un chuletón con guarnición de patatas fritas, al que no puedes negarte. Y de postre... Sí: tu tarta de arándanos con helado, esa de la que ningún cliente pide una ración y que tu camarero prepara con devoción, noche tras noche, por si te da por pasarte por el bar y hacerle una visita. Te quedas de nuevo dormida en su barra y él te besa, pero esta vez, eres tú la que le devuelves el beso.

Wong Kar Wai: no sé cómo agradecerte que un buen día se te ocurriera esta maravilla, te hicieras con ese prodigioso casting y te pusieras a dirigirlo todo, así, sin más. Ah! Y menuda banda sonora: de auténtico lujo:

sábado, enero 21, 2012

Los descendientes

George Clooney demuestra, una película tras otra, que detrás de su envidiable físico esconde también una personalidad inteligente y atractiva o, por lo menos, eso se deduce de los proyectos en los que se involucra. Es conocida su faceta de -estupendo- comediante en las películas de los hermanos Coen: Crueldad intolerable O'brother, o en la franquicia Ocean'sUn romance peligroso, de Steven Soderberg. Pero lejos de encasillarse en un solo género, Clooney también ha dejado para la posteridad papeles dramáticos realmente memorables como, por ejemplo, su interpretación en la alabada Michael Clayton o en la compleja aunque hipnótica Syriana. En su último proyecto, Los descendientes, ha tenido ocasión de realizar una buena mezcla de ambas facetas. Y es que estamos ante una auténtica dramedia, género en el que el director Alexander Payne se maneja como pez en el agua. Payne, que ya demostró su buen toque en Election, A propósito de Schmidt y sobre todo en Entre copas, parece haber encontrado buen acomodo en las historias con personajes de carne y hueso, gente normal, bastante o muy derrotados por la vida, pero que no cejan en su empeño por seguir desentrañando ese misterio insondable que es la existencia humana. En Los descendientes incide de nuevo en ello, y con bastante éxito, me atrevo a afirmar. El guión es del propio Alexander Payne con la ayuda de Nat FaxonJim Rash, y está basado en una novela de Kaui Hart Hemmings. La historia parte de una situación trágica, lo que hace que la película roce, en ocasiones peligrosamente, el dramón lacrimógeno, pero por fortuna los diálogos con chispa y la cuasi-cómica relación del protagonista con sus hijas -excelente el trabajo de la joven actriz Shailene Woodley quien da una magnífica réplica a Clooney en todas las escenas que comparten- y el noviete acoplado inconsciente, aunque con trastienda -hilarante Nick Krause-, salvan el producto final, dejando un muy buen sabor de boca.

Entre los secundarios destacadas actuaciones del veterano Robert Forster (Jackie Brown) en el papel del suegro toca-pelotas, Judy Greer, y la sorpresa de encontrar a Beau Bridges (hermano de Jeff, y ex-Fabuloso Baker Boy) en un pequeño papel. Mención aparte merecen la banda sonora, basada en el folclore hawaiano, con temas de Keola Beamer, entre otros intérpretes, y el gran protagonista mudo de la película: Hawai, en todo su esplendor, aunque sin tópicos, lo cual se agradece.

Casi perfecta, deja un estupendo sabor de boca, huele a Oscars por los cuatro costados (se lo pondrá muy complicado a The Artist, seguro), mostrándonos a través de una ventanita la vida de una familia viviendo en un contexto dramático, con el toque humano-realista que tanto caracteriza al cine de Alexander Payne. Y es que, en definitiva, ¿qué es la vida si no compartir un sillón y helados de sabores variados con tu familia, mientras ponen en la tele un documental sobre la Antártida? No os la perdáis.

domingo, enero 15, 2012

Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres


He de confesar (no sé si debería hacerlo....) que he permanecido totalmente inmune al boom de la literatura nórdica que se puso tan de moda hace algún tiempo en medio mundo, incluyendo nuestro país. Hace 2 ó 3 años era realmente difícil no ver a alguien por la calle, el metro o en la consulta del médico sin su ejemplar-ladrillo de Stieg Larsson bajo el brazo. Como soy bastante perezoso para los novelones de más de 400 páginas (el de Larsson tiene más de 600......) y un poco snob, todo hay que decirlo, jamás me dio por comenzar la dichosa saga Millenium que tanto encandiló a every mother son por estos andurriales. Tengo cierto rechazo a consumir, sobre todo en materia literaria, todo aquel producto que guste de una manera tan, digamos, masiva-ovina. ¿Sociopatía? ¿Puro snobismo, como indicaba antes? Ni idea. La verdad es que no he reflexionado mucho sobre ello. Lo que sí sé es que a mí me suelen encandilar más todos aquellos libros en los que parece que no pasa nada, pero ocurre mucho. Con el cine diría que me pasa igual. ¿Algún ejemplo? Cualquier libro de Paul Auster, Juan José Millás, Antonio Muñoz Molina, Clara Sánchez, Lorenzo Silva.... Mis gustos son muy concretos y entre ellos no suelen seducirme los best-sellers, ¿qué le voy a hacer?

Tras esta introducción, casi a modo de disculpa, diré que antes de la peli de David Fincher ya había visto la primera producción de origen sueco sobre la novela de Stieg Larsson, Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres. La factura de dicha producción era correcta y mostraba con total naturalidad una sociedad, la sueca, a menudo desconocida para el resto del mundo, pero que no por ello parece que deje de fascinar a todo aquel que no comparta la nacionalidad de IKEA, Volvo y ABBA. Vi aquella primera producción con curiosidad, sólo por comprobar 'si había para tanto' y juzgar de una manera un tanto facilona, lo sé, si el éxito literario tenía una razón de ser. La historia tenía dos o tres elementos curiosos y hasta sorprendentes, pero no acabó de entusiasmarme. Probablemente lo más interesante del relato era el personaje de la inteligente, aunque algo complicadilla, Lisbeth Salander. Pero, no me apasionó el conjunto. Mala suerte.

Sin embargo, esta nueva producción, la americana, dirigida por el creador de estilos David Fincher (Seven, El club de la lucha, La habitación del pánico, El curioso caso de Benjamin Button, Zodiac....) sí que ha hecho que me enganche a la historia y me ha picado la curiosidad respecto a la obra literaria. Aunque mucho me temo que, como decía una crítica que leí sobre la peli y el libro, 'la prosa cinematográfica de David Fincher sea bastante mejor que la prosa literaria de Stieg Larsson'. El estilo de la película es muy atractivo, desde los impactantes créditos de inicio hasta el montaje mostrando en paralelo las peripecias y las pesquisas de los sagaces Mikael Blomkvist y la mencionada Lisbeth Salander, y la pareja de personajes protagonistas está tratada de una manera quizá algo más dulcificada (sobre todo el de Salander, dentro de lo que cabe, claro...), más al estilo Hollywood, cuando en la versión sueca tenían un aire algo más áspero, hasta antipático. Daniel Craig me fascina, como casi siempre, y la joven Rooney Mara es quizá el gran descubrimiento de la película, metida en esa tonelada y media de piercings y tatoos. Me produce un gran placer reencontrarme en la pantalla con la espléndida madurez de Robin Wright (esta vez sin el añadido 'Penn' en su apellido, por razones anti-sentimentales, entiendo). Por poner una pega, quizá me ha parecido algo más endeble la elección del casting que interpreta a la oscura familia Vanger, excepto por el veteranísimo Cristopher Plummer, que últimamente sólo interpreta papeles de señorones viejunos y ricachones, quizá por su porte elegante de venerable anciano, cuyo trabajo es siempre garantía de solvencia.

Una muy buena película, rodada y montada con calma, con momentos emocionantes, que despega definitivamente cuando los dos protagonistas se encuentran y que mantiene el buen tono durante todo el metraje, más de dos horas y media, sin desfallecer, prueba del buen oficio de Fincher. Notable.

jueves, enero 12, 2012

Misión imposible 4: Protocolo Fantasma


Aquí tenemos de nuevo al agente Ethan Hunt en otra trepidante 'Misión imposible', y ya van cuatro. Y sí: Tom Cruise también corre que se las pela en esta película, en varias escenas además. Y no, los malos jamás consiguen pillarle. Sin ser muy fan de la franquicia, reconozco que estas pelis me entretienen lo suyo. Esta cuarta entrega lo hace y muy bien. Son dos horas de puro desenfreno, velocidad, carreras a través de tormentas de arena, alpinismo suicida en el edificio más alto del mundo, explosiones, tiros, puñetazos y desencajaduras de miembros a diestro y siniestro, IT fiction, gadgets ingeniosos (genial esa pantalla deflectora....), cambios fulgurantes de escenario: Moscú, Budapest, Dubai, Bombay.... A la dirección, Brad Bird, muy apropiado para el puesto. Hace ya algunos años dirigió esa pequeña maravilla de Pixar: Los increíbles, cuya ambientación recordaba mucho a una mezcla entre la original 'Misión Imposible' de los 60 protagonizada por Martin Landau, y el James Bond más clásico de Sean Connery. Aunque la verdad es que esta entrega tiene poco de retro, excepto quizá en volver a poner a los rusos, o por lo menos a un terrorista de esa nacionalidad, en la palestra como los malos, muy malos, que quieren acabar con el mundo.

Los actores correctos: Tom Cruise haciendo de... Tom Cruise. Y entre los secundarios destacando el cómico británico Simon Pegg, que aparecía en la desternillante cult movie 'Zombies Party'. Y por supuesto la belleza de Paula Patton, a quien se pudo ver en 'Dejà vu', junto a Denzel Washington.

En definitiva, un buen espectáculo con varias escenas adrenalíticas. Sólo por la escena final en el parking automático móvil de Bombay, merece la pena. Ah, y por el prototipo de BMW: realmente impactante.

sábado, enero 07, 2012

The Artist


Clásica, romántica, conmovedora, un homenaje al cine mudo de los años 20 y 30: el Hollywood más glamouroso. Los actores protagonistas -Jean Dujardin (muy bien caracterizado a lo Douglas Fairbanks), Bérénice Bejo- desprenden química y actuaciones de maneras clásicas, se nota que se han empollado el cine de Rodolfo ValentinoCharles Chaplin. Capítulo aparte merece la banda sonora, compuesta por Ludovic Bource, capaz de conmover o inspirar temor y exaltación, sostiene el film estupendamente. Entre los secundarios, nombres ilustres, como John Goodman, Penelope Ann Miller, James Cromwell o el cameo de Malcolm McDowell (el protagonista de La naranja mecánica).

Una pequeña joya, sólo por el (breve) gran número musical final, todo un homenaje a Ginger y Fred, merece la pena. Sobresaliente.