Los días van pasando y, sin darnos cuenta, va a hacer una semana que estamos en Irlanda. Hoy amanecimos en Galway, en el B&B Lawndale House: sencillo y con un trato agradable por parte de la señora que lo regentaba. Estos pequeños hoteles familiares siempre son curiosos de visitar, ofrecen un trato personalizado y, sobre todo, mucho más humano que el dispensado por los hoteles convencionales. Con la amabilidad y hospitalidad de los irlandeses, la experiencia se convierte en todo un placer.
Hoy teníamos planeado ir a las Aran Islands, unas islas que aún conservan el modo de vida de los irlandeses de antaño. Es uno de esos lugares que hay que visitar alguna vez en la vida: sin mucha extensión de terreno, las tres islas que conforman el pequeño archipiélago son una prolongación del 'Burren', sin apenas árboles, de terreno kárstico, se accede a la isla principal, Inishmore, con unos ferrys que zarpan desde la población de Ros-a-Mhil, cercana a Galway.
Esta isla posee todas las comodidades de la vida moderna, aunque sin perder ese aire marinero, romántico y melancólico, que viene dado por el terreno y los fuertes vientos que peinan las rocas de surcos. Se puede visitar en minibus, bicicleta (alquiler), coches de caballos o a pie. Lo más destacado de Inishmore es una sorprendente fortaleza de piedra, conocida como Dun Aengus, construida hacia el 1100 aC, al borde de un acantilado y con un muro de piedra alrededor que, entiendo, la haría especialmente inexpugnable. Asomarse al acantilado, os puedo garantizar, daba pavor....
Otra de las curiosidades de la isla es que alberga entre su fauna, una pequeña población de focas.
Hoy dormimos en Cong, un pueblo agradabilísimo donde, dato curioso, se rodó la famosa película de John Ford, El hombre tranquilo.
Mañana recorreremos la zona de los lagos de Connemara. De hecho, de camino hacia aquí ya nos hemos ido familiarizando con lo que nos espera: una auténtica maravilla de cuento.
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