martes, octubre 16, 2012

Cuarenta


Cuarenta años. La mitad de una vida, dicen. La edad en que supuestamente tu carácter, tus gustos, tus fobias, tus creencias y costumbres ya deberían estar conformados. La edad en que uno ha de aparentar SER, aunque la mayor parte del tiempo a duras penas logres parecerte a aquello que soñaste algún día, cuando tenías veinte años y la vida era una aventura, la amistad el viento en las velas y los desengaños un cuento de viejos.

Por ser, yo he sido muchas cosas. He sido un niño como tantos, jugando en el parque o en el patio del colegio: canicas y chapas, fútbol, baloncesto, carreras, escondite y Monopoly, merienda, caramelos sugus y donut de azúcar; he sido un colegial también como tantos, con mi cartera colgada a la espalda, llena de libros que desentrañar y estuches reventones de pinturas, lapices, bolis y gomas de borrar; he sido un joven triste y soñador, un buen chico, un irresponsable, un aspirante a todo y a nada, un romántico, un recolector de musarañas, un deportista de esguince fácil, un librepensador con ideas progres, un contemplador de paredes desconchadas, un pertinaz rebobinador de cintas de 90, un aficionado a la penumbra, un ávido lector buscando su libro de cabecera, un fóbico de las multitudes y los actos sociales, un ave nocturna en busca de su alma gemela; he sido estudiante, ordenanza, mozo, militar, oficinista, informático, profesor, músico...; he sido amigo y (pocas veces) enemigo, ángel y demonio, un santo varón y un irreverente jovenzuelo.

Ha habido un tiempo para sentirse (y sentarse) en la cima y otro para caer noqueado en la lona; un tiempo para reír y otro para llorar; un tiempo para sentir y otro para anochecerse anestesiado; hubo un tiempo para dejarse llevar por la corriente y otro para ir a la contra; un tiempo para ser canto de río y otro para ser gema preciosa; un tiempo para bailar y otro para escuchar y tocar buena música con los amigos, en cocinas, bancos del parque, escenarios, para mucha o poca gente, con el fin de alegrarse o deprimirse hasta los despojos del alma.

Hubo un tiempo para trabajar y otro para vivir de las rentas; tuve dinero y dejé de tenerlo; tuve amigos y dejé de tenerlos, aunque siempre permanecieron los buenos, los mejores, los auténticos; hubo un tiempo para estar enamorado y comportarse como tal; hubo también otro tiempo para la amargura y el desamor y la soledad; hubo un tiempo, quizá el mejor, para ser pareja y compañero y amante y amigo y todo lo demás; hubo un tiempo para sentirse fuera de juego y otro para sentirse perfectamente integrado; hubo un tiempo en que todo tenía sentido y otro en que nada parecía encajar; hubo un tiempo para romper con el mundo y otro para volver a empezar de cero.

Y es que, amigos, cuarenta años dan para mucho. Y no sólo hablo de lo que hice, sino de lo que dejé de hacer. Probablemente pude ser mejor, hacer más, con más cabeza, con más sentido. Casi seguro que pude haber sido mejor hijo, mejor hermano, mejor amigo, mejor novio, mejor estudiante, mejor empleado, mejor compañero, mejor ciudadano, mejor persona. Pude haber aprovechado mucho más las oportunidades que se me brindaron. De todo eso estoy seguro. Supongo que siempre me quedará el resquemor de no haber sido más de lo que fui, ese aguijoneo constante del alma, ese pesar que, ahora sé, me acompañará hasta el final de mis días: la tristeza por los trenes perdidos.

Sólo el tiempo dirá lo que nos deparará el futuro. Sin embargo, por el momento, me atreveré a gritar aquello de: ‘Que nos quiten lo bailao!’ Y que la fiesta prosiga. Yo sigo aquí para lo que gustéis!
Ea!, a por otros cuarenta.




 

3 comentarios:

Sergio a.k.a. The Question dijo...

Hola. Muchas felicidades por tus 40 años. Podríamos decir que es la mitad de una vida promedio (con "promedio" me refiero al promedio de años que vive la gente en la actualidad). Aunque por una parte eso es irrelevante porque te queda mucho tiempo para hacer cosas grandiosas y maravillosas.

Saludos, que tengas excelente día.

Daniel dijo...

¡Qué nos quiten lo 'bailao'!

¡Felicidades! A por los siguientes 40 que son los mejores

Geraldine, dijo...

Ay!todos comimos sugus, todos fuimos proyectos infinitos...me he quedado leyendo y te deseo muchas felicidades...